Déjame, Poesía, ahora,
déjame ser poema tuyo,
o no serlo y gozar del anhelo,
gozar sin ser poema
de lo que es ser un poeta.
Déjame ser Poesía,
ser tú y no yo,
hurtarte a hechizos con los picos de
tabasco,
piedra de arenisca que se cuece en el
océano,
de palabras el azul marino.
Déjame sin mí, sin ti, sin pena ni
gloria,
sin auspicio arbóreo, para liviano
buscarme,
gozoso jactarme, de la belleza que te
añora.
Déjame, que no soy libre si tú no
aleteas
por mis huesos, calcio de mis
fronteras,
taiga sin laderas, tundra de plata,
que me olvide de los poemas,
de ser poeta de gallinas y sapos
y de mimar el mimbre de la lumbre de
tus ojos,
que no ven si no el humo en el que
quedo sin ser tú,
que te quiero, no lo entiendo, lo
asimilo,
que te olvido, no me pierdo, te sigo.
Déjame, Poesía, ahora,
átame y hazme tuyo,
que fui poeta para ser poema
y todavía te deseo en mis secretos.
—Esteban
Belmonte
No hay comentarios:
Publicar un comentario